Skyworthy


A continuación tenemos la partida de Liborio que ha jugado a Skyworthy.

Por último, recordamos que las bases la podéis encontrar aquí.


Introducción

Skyworthy es un juego narrativo para un solo jugador, cuyo sistema te lleva a interpretar el papel de una Nave del Cielo a lo largo de Cuatro Eras.
En esta partida solo leeremos el diario del capitán de la Primera Era.

Diario I

Estilizado

Fui construida por Sir Mathew Lancaster, presidente de la Compañía de Especias y Transportes Aeronavegables.

Me construyó para el tipo de viajes delicados a los que debía de dedicar el máximo cuidado y emplearse él mismo en su entrega. Cargos de naturaleza comprometida, especies codiciadas… Mercancías selectas y no siempre lícitas para una clientela especial cuyo trato precisaba de un tacto y un talento exquisitos.

Mi estilizada estampa coronada por mi característica pirámide de tanques de flogisto hace las delicias de propios y profanos cuando arribó al aeropuerto.

Sir Mathew me bautizó con el nombre de:

La Grieta en el Cielo

Primera Era. Primer Capitán

Veloz + Poderosa

El Enviado diplomático

Las motivaciones del capitán
¿Qué aspecto tenía el camarote del enviado?¿Cuál fue la negociación más tensa que tuvo lugar entre sus paredes?

El camarote del Enviado Diplomático es austero. Está bien iluminado. Carece de elementos decorativos excesivamente llamativos, fuera de los que ya había cuando llegó, herencia de Sir Mathew. Al Enviado Diplomático no le gustaban las distracciones, ni para él ni para quienes negocian con él en su cámara. Le resulta irritante sentarse a negociar con personas dispersas que no muestran la atención debida a lo que se está negociando.

Aún cuenta con orgullo cómo lo anodino a veces puede ser un útil aliado. Una vez consiguió socavar la voluntad del Capitán Terminus, avezado lobo de mar que se vió obligado a ceder la mitad de su preciosa carga tras irse de la lengua y largar de más y terminar reconociendo que el origen de la carga de su barco, La Astilla Negra, era ilícito. Tras largas horas de pugna diplomática en las que hubo que verter bastantes lisonjas en los oídos del capitán sobre su maestría y audacia, a la par que bastantes vasos de Ron y toneladas de silencios y respiraciones hondas con  mordeduras de lengua, El Capitán Terminus, abotargado e hinchado de ego y bajo los efectos del embriagadora monotonía del ambiente del camarote, acabó contando como astutamente se había hecho con la carga de un navío que calculadamente encontró abandonado y a la deriva y con cuyo capitán estuvo de juerga unas noches antes en el Aeropuerto de Tortuga… También contó cómo mandó una escuadrilla de asesinos para que acabaran con la tripulación poco después de que abandonara el puerto y cómo calculó hábilmente el recorrido a la deriva aérea de la desafortunada aeronave.  Todo eso contó ante los impasibles ojos del Enviado Diplomático que en aquellos momentos era el comisionado que su Graciosa Majestad, que era la propietaria de la embarcación saqueada, había designado para  el esclarecimiento de los hechos. Si algo caracterizaba al Enviado Diplomático era su afición a las riquezas ajenas y la no excesiva escrupulosidad en el desempeño de sus funciones. Fue fácil llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes, y no tanto para Su Majestad que nunca se enteraría de lo sucedido. Era un caso muy difícil en verdad. Y sí, los despistes se pagan caros.

Cuenta la vez en que el enviado tuvo que elegir entre consciencia y patria ¿Cómo le proporcionaste la respuesta que buscaba?

El Enviado Diplomático nunca fue muy íntegro, pero amaba a su Patria, la verdad. Pero en el asunto del bombardeo de Camboya, en las Guerras del Opio, demostró ser un hombre de bien, a su manera. Apareció su conciencia de forma tierna y conmovedora. Debía arrojar bombas incendiarias sobre los campos de opio de una región camboyana de jungla especialmente densa, con el consiguiente peligro de incendiar aldeas ocultas en ese tupido manto verde que cubría aldeas y campos de cultivo por igual. Pasó muchas noches en vela, aquí sentado en su camarote, con la mirada fija en la mesa y un sudor frío perlando su frente… largas noches de insomnio en las que le iba acercando a su destino y una terrible guerra se libraba en el interior de la suya y hasta ese momento siempre serena cabeza. Recuerdo sus ansiosas esperas y paseos al alba, su espíritu dividido entre la lealtad a la Patria y la certeza de dar muerte a miles de inocentes que atormentaba su conciencia.

Decidí ayudarlo. Una noche abrí el compartimento secreto de Sir Lancaster. Como quien no quiere la cosa, con seco y atronador chasquido en la noche en vela accioné el oxidado mecanismo que mantenía cerrado y escondido el hueco donde escondía su cuaderno de bitácora mi creador. Un cuaderno codiciado y buscado tras su muerte hasta el punto de que no fueron pocos los que entraron a hurtadillas en él y casi desmantelan su recámara. Abriendo agujeros, astillando paredes… 

El Enviado extrajo de su escondrijo tan precioso tesoro y devoró con ansia las extensas narraciones y reflexiones encerradas en una menuda y primorosa letra… De repente la encontró. El Enviado leyó y sintió como una epifanía la siguiente cita:

“En los cielos no hay más patria que las estrellas ni más lealtad que el alcance de las baterías antiaéreas”

Esa noche bebió hasta caer postrado por primera vez en su vida de Capitán y al alba modificó el rumbo. Nada de ir a Camboya, el nuevo rumbo sería hacia La Libertad.

Esa decisión tuvo sus consecuencias, pero a partir de esa noche todas las noches El Enviado Diplomático durmió como un tronco a bordo de su nave.

  LA REMODELACIÓN
Poderosa: Inmunidad Diplomática

Motivaciones de la Remodelación

¿Qué aspecto tiene?¿Cómo la adquirió el capitán?¿para qué sirve la remodelación?

  Tras su regreso al aeropuerto sabía que le esperaba un consejo de guerra, por lo que se tomó su tiempo en regresar. Empezó una vida fuera de la ley que le llevó a correr mil aventuras y una de ellas le llevó a rescatar a la princesa Alcatur, única hija y heredera del Emir de Kamchatka, principal proveedor de flogisto del imperio. Como consecuencia de tan arriesgada proeza, de la que escapamos de una pieza por pura casualidad, trabaron el Emir y El Enviado una estrecha amistad de las que no permiten reservas ni misterios. Por eso el Emir conoció la condición de fugitivo del Enviado y su tripulación y decidió ayudarlo otorgándole El Medallón de la Serpiente. El sello familiar del Emir. Lo esculpió en la pared del camarote que quedaba tras la mesa del escribano y lo tatuó en la nuca del Enviado Diplomático. El medallón esculpido tenía un ingenioso dispositivo mediante el cual si los ojos del medallón de la pared no registraban la silueta del Enviado recortada en su escritorio, al que acudía cada noche para escribir su bitácora y calcular el nuevo rumbo, y además no conectaban con los ojos de la serpiente tatuadas en la nuca del mismo, mandaba una señal radiestésica inmediata al medallón del Emir, y él suspendería el suministro de flogisto imperial de forma instantánea…Así de agradecido estaba de la proeza que hicimos. En la práctica este acuerdo otorgaba al capitán Inmunidad Diplomática y hacía imposible su encarcelamiento. También le confería suministro ilimitado de flogisto del emirato en cualquier lugar del mundo.

Este acuerdo no gustó nada al imperio que empezó a buscar la forma de disminuir la dependencia del Emir y quizás de qué forma eliminarnos.

El Viaje: Vuelo Angustioso
Un huésped indeseado. Un polizón o un rival se cuela a bordo¿cuál es su propósito? ¿Consigue cumplir su misión antes de que lo descubran?

En un vuelo largo, por ejemplo, una campaña de mercadeo alrededor del mundo, suelen suceder muchísimas cosas imprevistas y notables, pero siempre recordaré un viaje angustiosísimo que sucedió también durante el mandato del Enviado Diplomático, ahora convertido en el pirata de la diplomacia… El viaje fue recordado por mucho tiempo como El Incidente del Viaje a Cuba. Mi segundo viaje a tan singular isla.

Las travesías transoceánicas son delicadas. Los puntos en los que repostar distantes, las corrientes se convierten en dragones de aire de fuerzas inusitadas, los cielos cercanos a lugares civilizados en los que se puede aterrizar se plagan de piratas. Es por eso que iniciamos el viaje bien pertrechados de cualquier cosa necesaria para nuestra supervivencia y garantizar el buen decurso del viaje. Pasaron unos días de nuestra partida de Londres hacia las Canarias cuando amanecimos con un insoportable hedor procedente de los tanques de agua potable. Por arte de magia una extraña alga había colonizado nuestros tanques contaminando con una toxina fétida todas nuestras reservas de agua.

Tuvimos que aterrizar en Las Azores, desviándonos de nuestra ruta y tras varios días de trabajo ininterrumpido conseguimos solucionar el problema. Preparamos todo para elevarnos a la llegada del alba pero esa noche un insólito cortocircuito inutilizó nuestro sistema eléctrico. Esta contingencia nos dejó otra semana en tierra, la mercancía que transportábamos empezaba a estar en  peligro y algunos arreglos acordados en Cuba comenzaban a ser difíciles de realizar. 

Nuestro capitán estaba de un humor de perros, no podía creer en la mala suerte que se cebaba en nosotros y empezaba a estar de un humor de perros.

Por fin retomamos nuestra empresa y a las pocas horas una tormenta que surgió de la nada nos envolvió y se desató con terrible furia sobre nuestras cabezas. El día se tornó noche, los rayos bramaban a nuestro alrededor y de repente un relámpago iluminó una negra sombra recortada sobre el palo mayor para comprobar como al instante nuestra vela mayor se alejaba de nosotros a toda velocidad. Nuestra mala suerte vestía de negro, estaba embozada, era rápida, sigilosa y con forma humana.  Como una exhalación nuestro capitán y otras diez personas trepaban por el palo mayor mordiendo sus cuchillos, desafiando a los torbellinos que amenazaban con despedazarnos… aún así el olor a flogisto inundó la cubierta tapando el aroma del aire ionizado de la tormenta. Alguien quería acabar con nuestras vidas, sin duda, en una loca y demencial carrera destructiva de la que no quedaría libre ni siquiera él o ella. El tanque principal de flogisto presentaba seis hendiduras profundas, casi imposibles, por las que escapaba el fluido que nos garantizaba la sustentación… íbamos al agua de forma sensible y en breve entraríamos en barrena.

Nos salvó la increíble pericia de Naaila binti Arshad, nuestra piloto malaya. Solo ella pudo evitar lo que ningún otro hubiera conseguido. Ella creció y vivió en embarcaciones voladores que surcaban las autopistas aéreas de las  impredecibles corrientes del pacífico, el mar índico, los cielos de Indonesia… vimos la cara de Naaila reír y su cara brillar de felicidad ante lo que aparentaba ser nuestro fin inevitable. Ella y yo danzando en el ojo del huracán la arcana danza de la muerte.

Amerizamos y lo que eran lenguas de vientos imposibles se cambiaron por paredes verticales de agua que acababan en abismos insondables de negrura hambrienta que amenazaba con engullirnos. Por suerte me hicieron una buena nave marinera también. Sobre cubierta las labores de navegación se intercalaba con la persecución de la negra sombra de desolación que se escurría como una rata sembrando desolación a su paso, aquí cortaba un cabo, aquí acuchillaba a quien se encargaba de sujetar un palo… todo sucumbía a su paso. De repente un golpe de mar se la llevó. Nos libró de tan odiosa presencia. Se la  tragaron las aguas. Nunca supimos quién era, a qué se debía su conducta,  nunca supimos cómo consiguió tan terrible polizón colarse en nuestra familia sin ser detectada. Tras  su marcha casi sucumbimos en varias ocasiones, los destrozos eran grandes, la situación desesperada pero tras la tormenta siempre llega la calma. Una calma eterna, que las criaturas del aire soportamos a duras penas. Un vagar lento por el océano sin velas, mi flogisto, y del que solo conseguimos sobrevivir gracias a que fuimos rescatados por casualidad. Arreglamos aparejos y tanque principal y regresamos a los aires y conseguimos llegar, tarde y mal, a Cuba. Nuestro odiado destino.

Motivaciones del tiempo
Este casco, nuestro hogar

Se vivieron buenos tiempos. Muchos fueron los vuelos y las misiones pacíficas del Enviado Diplomático. Fiero su ánimo en las negociaciones y las batallas, y magnánimo su corazón en la victoria con los que perdían. Muchas eran personas obligadas a luchar y volar como esclavas y esclavos para capitanes desalmados. Muchas fueron las que encontraron en mi casco la redención que les devolvió la dignidad.  Tras la batalla se les ofrecía engrosar las filas de nuestra tripulación como trabajadores libres a cambio de un salario digno y siendo restablecidos sus derechos y obligaciones como ciudadanos libres. Muchos y muchas aceptaban y cuando se licenciaban, era tradición hacer una fiesta de despedida y contratar a un artista que pintara su nombre y retrato en el palo mayor. A veces los retratos se superponían y le daba al palo la apariencia de un caleidoscopio humano de rostros felices. De personas que iniciaban una nueva etapa en sus vidas y que consiguieron recuperarlas a bordo.

Y así fueron pasando los años, y así El Enviado Diplomático envejeció y se marchó, y vino un nuevo capitán…


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