Albenos y el Culto del Viento VIII (Broken Shores)


Rol en solitario de Broken Shores para el II Certamen Jugando Solo RPG.

Sesiones previas: Primera, Segunda, Tercera, Cuarta , Quinta, Sexta, Séptima.

OCTAVA SESIÓN

Los compañeros están satisfechos con la oferta de los nautarcas y se preparan para emprender el viaje. Aunque su conversación es amistosa, mantienen reservas.

Los siguientes días estudio el azulado acero de Kymene, la Hoja del Viento en la balsa y lo muevo para averiguar cómo compensar mis movimientos con ella en las manos. También estudio el código anudado del estuche del mar para comprender sus secretos y he adquirido uno de los cristales relucientes de los dioses muertos a mayor precio del que debería pagar.

Dovela me habla durante mi práctica sobre Kymene mientras Oraoh observa en silencio. Me invita a que la tome de cierta manera, que la mueva con fluidez. ¿Cómo sabe manejar la espada? Le cuestiono, pero me evita secamente, ése y los siguientes días.

Octavo cambio: cuando me senté a jugar, decidí que si el personaje dedica suficientes sesiones de estudio o de entrenamiento (la diferencia es tener un turor o no), gana una marca de experiencia para probar, pero aunque mejore, incrementa su puntuación en menor medida que con la experiencia y sólo hasta un límite reducido.

Entre algunos días de estudio que dediqué en la balsa y este tiempo de espera en la gran barcaza hasta que partamos, reúno las suficientes sesiones para una tirada de experiencia, y dada la escasa práctica con la espada puedo incrementar la habilidad.

Que Dovela se acerque a hablar ocurre porque he probado las expectativas para estos días de espera para enriquecer el juego y Mythic me ha indicado una escena alterada en la que debía añadir un objeto. Claramente debe ser en relación a la espada Kymene. Recuerdo que Dovela tuvo un cambio de identidad y pregunto si hace algún comentario al respecto. En efecto, y al comprobar cómo reacciona obtengo las palabras: Extraño y Eficiente, por lo que sospecho que sabe cómo usar bien estas armas de guerra y se esconde. Intento persuadirla de que me hable con libertad y fallo, y cuando veo qué consecuencias puede tener esto, obtengo Oposición y Suave. No hay nada de «suave» en los comportamientos de Dovela, como se puede ver en su personaje, así que decido que lo más suave que hace es marcharse y negarse a hablar.

Día 66 – Partimos en un día despejado los ánimos son inquietos y fríos entre los que viajamos en el barco que imita el pabellón de los Quebrados, tejido según mis instrucciones a los artistas de Linjen. El silencio y el malestar nos domina, tal vez por enfrentarnos a los fanáticos o tal vez por dejar el puerto seguro. Siento entusiasmo al dejar atrás la gran barcaza, mi corazón se llena con la roja esperanza de la venganza y la masacre.

Día 68 – Consigo desentrañar el patrón hechicero de del mensaje-nudo y memorizo el contenido cerca de mis latidos: los depredadores del mar son muchos y desconozco los peligros de las islas, este ensalmo para calmarlos y obtener su amistad bebe de ecos muy antiguos, hebras débiles y costosas de atraer en este mundo que ha cambiado tanto.

Secreto de los cielos en la fractura de carne y agua; señales de dioses perdidos, ahogados en su guerra incomprensible. La caricia del poder seduce con precio desmedido.

Aprendo el conjuro que encontré en la sexta sesión, merced a los días de estudio y una exitosa prueba de Lectura, así que decido aleatoriamente qué he aprendido utilizando el método revisado de la expansión Egrastea Reborn: amistad animal, que puede ser de gran utilidad en las expediciones.
Descubro su idiosincrasia (todos los conjuros tienen una al azar), debido a las circunstancias en que fueron desarrollados, y se pueden conocer diferentes versiones de un mismo conjuro con distintas idiosincrasias: requiere el doble de Poder para alimentarlo. Afortunadamente tengo exactamente esa cantidad, y como no conozco otros conjuros, no es algo demasiado negativo.
El «cristal reluciente de los dioses muertos» que adquirí en Linjen fue para poder realizar el conjuro con seguridad, pues en Broken Shores estás bastante muerto o fastidiado si te atreves a utilizar la hechicería sin alguno de los fragmentos divinos menores.

Dovela no quiere hablar sobre la espada durante el viaje, aunque la persuado para que me hable de su pasado bajo el rumor monótono de las olas: bajo la fachada de una mercenaria brusca de rostro tan delicado como feroz es su verbo, se encuentra una matrona cansada de que el mundo decidiera por ella. La juventud ya ha pasado por ella, pero no el ímpetu o la suavidad de la piel. ¿Porqué esconde su pasado? No lo dice y, desde luego, no puedo leer su rostro, tan sólo me espeta que vuelva a mis asuntos. Mi asunto, le digo, es la espada, tal como ha visto: una afrenta a nuestros enemigos. Quiero que me enseñe, que ponga un precio en monedas, mas desea las caricias y halagos de un cuerpo fuerte. Yo no he olvidado a mi esposa, así que dejo que se centre en el joven Umberu, que se encuentra molesto en mi presencia. Durante meses tuvimos que compartir remos, amigo, codo a codo, esto es incómodo también para mí.

Espero que el disgusto huya cuando regresemos cubiertos de salitre, sangre y victoria.

Oraoh rechaza las chácharas del viaje e imagino que viene de un lugar distante por su extraña vestimenta y abalorios. ¿De dónde obtuvo esta seda con la que viste su torso? Habrá más islas allí? A veces mide el mar con su mano o acerca su palma a la borda para acariciar el agua omnipresente.

Busco las conversaciones para saber más de los compañeros, con Dovela utilizo una mezcla de hechos establecidos y nuevos asuntos señalados por las tablas, y tengo en cuenta su carácter seco y sensual. Compruebo que Oraoh prefiere los silencios contemplativos, y eso encaja con que sea de origen lejano: tal vez no tiene la misma soltura al hablar.

El resto del viaje me centro en el estudio de la Hoja del Viento, pese a que atraigo comentarios y alguna burla de los otros cuando muevo la espada en cubierta, y la mujer de ojos oscuros que me atacó en Linjen discute a gritos con Dovela y se amenazan sin que brote la sangre.

Acero de Ulies, que devuelves la devoción al viento que te sustenta. Sé testigo de las brisas y galernas que se alternan en mi pecho. Vuela en mis manos, Kymene, cuando debas acariciar otros cuerpos.

Una tempestad a mitad del viaje rompe uno de los palos mayores y aplasta a varios de nuestros camaradas, otros se pierden en el mar por golpes de las olas. Entre toda la violencia, un cabo se suelta y lacera mi brazo izquierdo.

La travesía no la trato como una expedición día a día, ya que no viajo en mi balsa, sino que decido utilizar las herramientas sobre viajes largos de la revista Mythic número 25 y lo trataré como una pregunta que puede generar sucesos de viaje. Obtengo dos sucesos: Suerte y Oposición por un lado y Disminución y Físico por el otro. ¡Desastre! En el primero perdemos 2d6 = 8 combatientes, que será un problema si el templo-barcaza está a rebosar de oposición. Recibo 1d6 = 3 de daño. Demasiado tarde para echarse atrás.

Día actual: 78

Comentarios: el viaje accidentado nos pone en situación delicada y aproveché el tránsito para interactuar con los compañeros. Tras la calamidad, todavía hay cerca de 30 combatientes a bordo, pero no sabemos en qué condición encontraremos a los Quebrados. He preferido utilizar soluciones de viaje rápido porque tenía sentido hacerlo en una embarcación grande y repleta de tripulantes y presiento que la siguiente sesión será determinante, salvo las bienvenidas interrupciones de Mythic que desbaratan los planes narrativistas.

Continúa en la novena sesión.


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